Olvido Partearroyo. Centro de Investigaciones Biológicas (Madrid) |
Vista panorámica de la biblioteca CIB
Aunque el Centro de Investigaciones Biológicas (CIB) se inauguró solemnemente en 1958, las bibliotecas que tanto contribuyeron a la formación científica de la mejor cantera de investigadores en Biología y Biomedicina de España, han pasado por etapas muy diferentes y complicadas hasta constituir la actual Biblioteca del CIB. Sus fondos abarcan una multiplicidad de materias poco común, coincidente con las líneas de investigación de los numerosos grupos que fueron integrándose en el centro. Para entender este hecho hay que tener en cuenta que el CIB, desde su gestación en 1950, a instancias de Marañón, Albareda y otros prestigiosos científicos de la época dispersos por Centros del CSIC y Universidades, fue el núcleo aglutinante de consagrados investigadores y jóvenes promesas que, con su vocación, ilusión y tesón, lograron otorgarle un indudable prestigio a nivel internacional. En 1956, el Instituto S. Ramón y Cajal, el Jaime Ferrán y el Instituto de Endocrinología Experimental, se trasladan al emblemático edificio construido por Fisac en la calle Velázquez.
Publicar en revistas extranjeras fue desde el principio uno de los objetivos de los colonizadores del CIB, convencidos de que sus trabajos tendrían mas eco en revistas internacionales. Esto creó la necesidad de suscribir un número de revistas cada vez mayor, que provocó que las Bibliotecas del CIB siempre estuvieran aquejadas de un problema de espacio que solo muchos años después se llegó a solventar.
Históricamente, los fondos bibliográficos de nuestra biblioteca proceden de la del Instituto de Endocrinología Experimental. En 1960, el CIB acogió al Instituto de Metabolismo y Nutrición, al Departamento de Enzimología y al Laboratorio de Estudios Tiroideos, creándose el Instituto de Endocrinología “Gregorio Marañón”, en honor del ilustre médico y humanista que fuera su primer Presidente. La biblioteca pasó a llevar también su nombre y poco después de su fallecimiento, acogió en donación su biblioteca particular. Durante las décadas de los 60 y 70, se fueron creando otros Institutos (Biología Celular, Genética, Inmunología y Biología Microbiana), hasta llegar a seis, demandando nuevas publicaciones que iban alimentando los fondos de sus bibliotecas. A partir de entonces, algunos investigadores sintieron la necesidad de segregarse para fundar nuevos centros en el CSIC o en Universidades, tal fue el caso del Instituto de Biología de Valencia, el Instituto de Investigaciones Biomédicas, el Centro de Biología Molecular, entre muchos otros.
En 1969 se le unió la Biblioteca del Instituto de Biología Celular. Con la ayuda económica de la Fundación Juan March, se amplió el mínimo espacio físico que ocupaba en el CIB, aunque siguió en la necesidad de ocupar pasillos y escaleras para almacenar revistas. En 1973, se unió la del Instituto de Genética y solo tres años después, tras suprimirse los Patronatos del CSIC en 1976, la Biblioteca Gregorio Marañón recibió el que sería su nombre definitivo: Biblioteca del Centro de Investigaciones Biológicas. En 1980, se constituyó la Junta de Bibliotecas del CIB, tan necesaria para la coordinación de las tres Bibliotecas (CIB, Cajal y Ferrán) formada por Presidente, Vocal y Secretario, mas un investigador por Instituto, que hoy se mantiene con parecida estructura. Poco después se reunificaron administrativamente, dotándolas de un presupuesto único.
Tras una monumental obra que habilitó los sótanos del edificio en 1984, la biblioteca fue reubicada físicamente, y se aprovechó para unir los fondos de Inmunología y Biología Microbiana y Ferrán y poco después con parte de los fondos de las bibliotecas de los extinguidos Institutos José Celestino Mutis y de Medicina Experimental. La sala de lectura y despacho de personal técnico se situaron en la planta baja, con entrada independiente a la calle, y se habilitaron 5000 m de estanterías en el sótano, en donde también se instaló el servicio de reprografía con una batería de fotocopiadoras. Por fin, los problemas de espacio se resolvieron y la consulta bibliográfica para los usuarios del CIB y de otros externos del CSIC y universidades, se cubría en dos turnos, con un horario de apertura de 9 a 21 horas, atendidos por cuatro excelentes y veteranas bibliotecarias, (Mª Antonia Hermida, Maru López Hermida, Esperanza Cabrero y Mª Jesus Vilela) y cuatro auxiliares laborales.
En 1994, la Consejería de Salud de la Comunidad de Madrid financió la edición del “Catálogo de Publicaciones del Profesor Gregorio Marañón” elaborado con entusiasmo por las bibliotecarias ya citadas.
Siguiendo las directrices de la Unidad de Coordinación de Bibliotecas del CSIC, la del CIB tuvo que ponerse al día para mejorar el acceso a la información de sus usuarios. Para ello, en 1996 se solicitó una ayuda a la Fundación Ramón Areces, que pudo costear la adquisición del equipo necesario y suficiente (ordenadores de trabajo y de consulta, servidor y torres de lectura de CDs, software Ariel, escáner e impresora láser) para dar un buen servicio durante muchos años.
Por fin, en 2002 finalizaron las obras del anhelado edificio de la calle Ramiro de Maeztu, en el campus del CSIC en la U. Complutense. Problemas en su acondicionamiento final postergaron un año mas el traslado definitivo (en 2002 se hizo un traslado parcial, lo que obligó a tener una bibliotecaria en el nuevo edificio, para no interrumpir el PI). Gracias al esfuerzo titánico del personal de la biblioteca, “la mudanza” se llevó a cabo en un tiempo récord, y en solo una semana se consiguió restablecer todos los servicios. La biblioteca del nuevo CIB, orgullo de su creador, el reconocido arquitecto Fernández Alba, cuenta con unas instalaciones modernas y acogedoras, tanto para los usuarios como para el personal. La sala de lectura es espléndida y luminosa. Se amuebló de modo ecléctico, cubriendo las necesidades actuales, pero aprovechando elementos recuperados de la biblioteca de Velázquez. En ella se encuentran los expositores de revistas abiertas y de novedades, así como las monografías y series desde 1995. Cuenta con 18 puestos individuales, mas dos zonas de trabajo. La sala de ordenadores de consulta (2 PCs y 1 Mac, aunque dispone de wi-fi) comparte espacio con el Servicio de reprografía y encuadernación, adscrito y administrado por la biblioteca. El depósito de libros se ubican en un espacio racional, con mas de 3000 m de estanterías y compactos, de libre acceso (24/7) con identificación magnética.
Siguiendo las directrices del CSIC a través de la URICI, y por el cambio de paradigma de la información científica, que prima los recursos electrónicos, el número de revistas en papel ha disminuido considerablemente. Sin embargo, el CIB ha conseguido mantener un importante número de títulos, gracias a que cumple las condiciones de personal y espacio necesarias para su mantenimiento. Aún hoy, sigue absorbiendo donaciones pertinentes, como la del extinto CINDOC, en 2009.
En 2008 se consiguió el ansiado objetivo de digitalizar de las publicaciones del Dr. G. Marañón, a cuya catalogación nos referimos antes. Por diferentes motivos se había postergado y la actual Dirección del CIB decidió financiar al considerar inaplazable la puesta el valor de este legado. Se aprovechó entonces para restaurar y encuadernar esta colección de 34 tomos, siguiendo fielmente su aspecto original. Este fondo especial se puede consultar con fines de investigación solicitándolo a la biblioteca.
En la actualidad, la biblioteca del CIB está considerada como la mejor de España en Biología y Biomedicina. Este prestigio se basa en la diversidad de áreas de sus fondos y en el mantenimiento de colecciones novedosas e históricas (330 revistas vivas de un total de 1.404, y 11.050 monografías).
Por último, es preciso poner en valor al equipo humano. Proveniente, de otras áreas profesionales, en su mayoría, ha sabido implicarse y adaptarse a las nuevas tareas. Esta disponibilidad y eficacia ha conseguido que ese prestigio se revalide a diario, al ofrecer un excelente servicio de préstamo y PI ininterrumpido, tanto al usuario interno como al resto de la comunidad científica. Cabe destacar el constante y entusiasta apoyo a la biblioteca de su Comisión científica, en especial de sus investigadores responsables y, asi como el soporte económico por parte de la Dirección del Centro.