Enredadera, nº 30, diciembre 2017
Mario Cottereau |
Qué son veinticuatro años? Si se piensa en lo que han de tardar en pasar parece una eternidad y, cuando ya han pasado, se ve que lo han hecho en un vuelo, en un suspiro; los niños han crecido casi sin darnos cuenta, las modas ya ni las recordamos y hay más canas en nuestra cabeza de las que podríamos contar. Sobre esta sensación se ha escrito muchas veces pero, si nos dejamos de literatura y vamos a lo concreto, a lo largo de veinticuatro años ocurren muchas cosas, muchísimas, y si hablamos de nuestra profesión, dedicada a la información para la Ciencia, no digamos. Cualquiera de las personas que lleve tiempo trabajando en las bibliotecas o archivos del CSIC sabe que mirar hacia atrás produce un cierto vértigo: hemos pasado de una automatización incipiente en los años 90 a consultar los catálogos en el teléfono móvil; de la lectura en papel a los recursos electrónicos; de dar solo servicios presenciales a ofrecerlos en forma remota; de centrarnos en el proceso de los materiales documentales a ayudar a nuestros usuarios en la difusión de la producción científica. Y estas son solo algunas de las cosas que han cambiado en nuestra profesión. Todo ello de forma casi natural, o eso nos parece porque, además de subirse a la ola, es conveniente contar con alguien que otee el horizonte y sepa tomar las decisiones adecuadas en cada momento.
Hace veinticuatro años, si se me permite personalizar, yo ya trabajaba en la Unidad donde estoy ahora, que se llamaba de otra manera, y en la que desarrollaba otros cometidos. Un año antes se produjo un hecho importante, el director que había, Miguel Jiménez, un gran profesional, se fue a otro trabajo y en 1993 llegó una nueva directora, una mujer joven de la que conocíamos poco, pero algo, porque era la delegada de la Unidad en Barcelona para la coordinación de las bibliotecas del CSIC en Cataluña. Agnès Ponsati, que ese era, y es, su nombre, desembarcaba en una estructura muy consolidada, con un equipo de trabajo que se conocía bien, y donde, desde el año 1985, se habían puesto unos cimientos muy sólidos y se había conseguido bastante prestigio profesional para lo que entonces era la Red de Bibliotecas del CSIC. Seguro que llegaba con mucha ilusión y, también, con cierto temor y sin duda traía muchas ideas y bastantes incertidumbres. Muy pronto nos dimos todos cuenta de la gran capacidad de trabajo de Agnès, de su seriedad y compromiso con lo que planteaba. Imagino, porque no soy consciente o no lo recuerdo, que en la primera época tanto ella como los que ya estábamos tuvimos que acostumbrarnos a convivir y pudo haber algún desencuentro; nada insuperable vistos los resultados con perspectiva.
Agnès Ponsati ha estado veinticuatro años al frente de la Red de Bibliotecas y Archivos del CSIC como directora de la Unidad que la coordina y es en este periodo cuando la transformación de la Red ha sido más rápida, asumiendo retos muy importantes. Gracias a sus decisiones, apoyadas por el conjunto del personal bibliotecario del CSIC, las revistas electrónicas, primero, y los libros electrónicos, después, hicieron acto de presencia para convertirse en el principal recurso de información de los investigadores; de igual manera, ha sido continua la transformación de las herramientas de gestión y de consulta de los catálogos y las bases de datos para adaptarse a las necesidades de los usuarios; se ha abordado la informatización de los fondos archivísticos del CSIC; se ha racionalizado el gasto en información científica, buscando siempre el mantener los niveles de exigencia de los equipos de investigación y acompasándolo con la gestión más adecuada del dinero público y las restricciones económicas, cuando han existido. Gracias a Agnès, el CSIC se ha incorporado al movimiento de Acceso Abierto y se ha podido organizar y mantener uno de los repositorios institucionales más importantes de España, Digital.CSIC. También gracias a su impulso se viene desarrollando una política de digitalización de fondos patrimoniales, bibliográficos y archivísticos, que se difunden a través del portal Simurg, fondos digitalizados del CSIC. Sus ideas para mejorar los servicios a los usuarios y de prestigiar a los profesionales que los proporcionan han llevado a abrir nuevas vías de apoyo a la Ciencia como es el servicio de información bibliométrica GesBib, publicaciones e impacto, o el Plan 100% Digital, dirigido a los centros del CSIC sin biblioteca presencial. También la revista Enredadera, donde se lee este texto, nació gracias a su interés en la comunicación de los logros de la Red. En estos años, Agnès ha hecho especial hincapié en las relaciones profesionales y en la integración de la Red en asociaciones y proyectos de carácter nacional e internacional, con la visión clara de que es imprescindible estar allí donde se mueven las cosas, de manera que el CSIC está presente en REBIUN, en el Consejo de Cooperación Bibliotecaria del MECD, en SELL (Southern European Libraries Link), en ICOLC (International Coalition of Library Consortia), en LIBER (Association of European Research Libraries), en COAR (Confederation of Open Access Repositories), ORCID, etc. Todo lo dicho, y otras muchas cosas más que quedan en el tintero para no ser demasiado prolijo, necesita, evidentemente, del apoyo institucional del propio CSIC y de la implicación del personal de la Red para tener éxito pero, sin duda, sin la apuesta decidida y la visión estratégica de Agnès en todos estos temas no se hubiera podido alcanzar el nivel y el prestigio de una infraestructura que facilita el trabajo al personal investigador en el ámbito de la información científica de calidad; es decir, en un aspecto básico para alcanzar lo que se denomina excelencia.
Veinte años, en este caso, veinticuatro, no son nada, o eso dice la canción, pero, al hacer este repaso, se da uno cuenta de la importancia de haber tenido a alguien como Agnès al frente de la Red de Biblioteca y Archivos del CSIC para llegar a todo lo que se ha conseguido. Hace muy pocos meses que Agnès Ponsati ha decidido cambiar de puesto de trabajo e ir a la Biblioteca Nacional de España como Directora de Biblioteca Digital y Servicios de Información. A muchos no nos cabe ninguna duda de que en ese puesto, y en cualquier otro al que le lleve su vida profesional, desarrollará una actividad importante y cumplirá sobradamente con los objetivos que se proponga. Este texto breve quiere ser un homenaje necesario por el tiempo y el esfuerzo dedicado por Agnès al CSIC, homenaje que, muy probablemente, suscribirá la mayor parte de quienes trabajan en la Red de Bibliotecas y Archivos del CSIC. Puede que en este momento en la Red nos sintamos un poco huérfanos, profesionalmente hablando; también esto pasará pero el buen recuerdo que deja Agnès va a mantenerse en todos los que hemos tenido la suerte de coincidir con ella. Solo nos queda desearle mucha suerte.