Marina Gómez. Biblioteca Campus Cartuja (Sevilla) |
Desde siempre, pero de forma más acusada a raíz de la crisis económica, hemos vivido “desde lejos” la búsqueda de financiación por parte de los investigadores, grupo esencial de nuestros usuarios, con mucha preocupación. Con “desde lejos” nos referimos a que las bibliotecas no hemos participado ni ayudado en la búsqueda de la financiación. Seguro que sobra señalar, pero creo que en ocasiones es importante recordar que los científicos tienen que buscar financiación para realizar las investigaciones (laboratorios, personal contratado, etc.) invirtiendo mucho tiempo en el desarrollo de proyectos, cumplimentar solicitudes, etc. y finalmente conseguir o no dicha financiación.
Sin embargo, este “desde lejos” puede cambiar. Las convocatorias Severo Ochoa y María de Maeztu establecen como requisitos necesarios para presentar las solicitudes cuestiones absolutamente bibliométricas, lo que hace que nuestro papel como bibliotecarios se vuelva esencial para ayudar a los centros y unidades a saber en qué situación se encuentran para presentarse o no a estas convocatorias. Es decir, las bibliotecas pueden adquirir un papel relevante en la búsqueda de financiación.
Podemos, pues, posicionarnos como un recurso esencial y con ello revalorizar nuestro trabajo en los centros de investigación. Sabemos que el papel de las bibliotecas y de los bibliotecarios está habitualmente en entredicho porque los préstamos físicos han disminuido, la presencia física en las bibliotecas ha caído, etc. Esto ha llevado en bastantes ocasiones a ver recortado incluso el espacio físico de las bibliotecas. Sin embargo, la biblioteca tiene un área de trabajo muy interesante y amplia en la que facilitar un servicio clave para los investigadores, ayudar y apoyar la búsqueda de financiación.
Los investigadores interesados en estas convocatorias no solo buscan conseguirlas, que obviamente es lo fundamental, sino que con el seguimiento anual de los números que facilitamos realizan “auditorias” de sus trabajos. No podemos olvidar que estas convocatorias son de Excelencia, y por ello, acercarse cada vez más a los requisitos solicitados en ellas son no solo una cuestión de esta convocatoria, sino un deseo por parte de los investigadores, lograr publicar en revistas posicionadas en cuartil 1, en el top 10 (decil) y tener un impacto mundial lo más alto posible son cuestiones de su día a día, no algo puntual de estas convocatorias.
Además, de la misma forma que a los investigadores les facilita información para cuestiones que pueden considerarse como una auditoría interna, a las bibliotecas nos permite conocer sus temas de investigación, las revistas en las que más publican y las principales en las distintas áreas, etc. Es decir, nos acerca a nuestros investigadores y esto es esencial para nuestro trabajo.
Para poder realizar correctamente nuestros cálculos es necesario que el flujo de información sea constante entre la biblioteca y los investigadores. Es muy importante que los trabajos de los investigadores estén perfectamente identificados y en este sentido los perfiles de investigación son clave. Sin ahondar en este punto concreto sí me parece esencial insistir en que un trabajo previo a realizar los números y cálculos solicitados en las convocatorias, es implicar a los investigadores en la identificación de sus publicaciones. Las bibliotecas podemos ayudar y asesorar pero solo ellos pueden certificar que los trabajos de sus perfiles son suyos. Una vez conseguido esto, el trabajo de obtener los números y realizar los cálculos son una cuestión nuestra, pero la fuente de información son ellos y por tanto el trabajo, en una primera fase, tiene que ser conjunto. Podemos, por tanto, aprovechar estas convocatorias para ayudar a nuestros investigadores en cuestiones también esenciales en la actualidad como crear los llamados DAI (Digital Author Identifies), esencialmente Scopus- Author-ID, Researcher-ID y ORCID.
Muchos compañeros se plantearán hasta cuándo seguir aprendiendo: catalogar en papel, después de forma automatizada, conocimiento de aspectos cada vez más informáticos, formación de usuarios y con ella la docencia, recursos electrónicos, Open Access, y ahora… cuestiones bibliométricas. En la Biblioteca Campus Cartuja hemos sido autodidactas, y si nos permitimos mencionar este aspecto personal es únicamente para animar a todas las bibliotecas a intentar trabajar sobre este tema tan interesante que nos pone en una posición nueva en nuestros centros de trabajo, que pone en valor nuestro trabajo y nuestro conocimiento como expertos en la explotación de la información, y ser útiles y facilitar servicios de valor añadido es gratificante y estimulante. Además, no solo tenemos que esperar a que nos pidan los números solicitados, sino que de forma aproximada (ya que para facilitarlos con certeza ya hemos comentado que es necesaria la implicación de los investigadores y sus perfiles) podemos hacerlos e informar sobre los resultados. La financiación es una preocupación principal y constante entre los investigadores y nosotros podemos ser una de las llaves para que la consigan.