Licy Ramírez Malo. Estación Experimental del Zaidín (Granada) |
Lámina de la Cueva de la vieja. Alpera (Albacete). AMNC ACNARMARIO/27
A finales de los noventa los últimos objetores de conciencia realizaban la prestación social sustitutoria en diferentes instituciones de carácter sociocultural. En esa situación se encontraba David Hernández Martín, licenciado en Arqueología, en el archivo del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Durante los meses que allí estuvo se procedió al primer acondicionamiento e instalación de la Colección de calcos y láminas de la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas (1913), a la que aludiremos como Colección CIPP. La comisión que da nombre a esta colección empezó a trabajar en torno a 1910 a lo largo de gran parte de la geografía española en los abrigos y cuevas que albergan nuestro arte prehistórico parietal. Compuesta por geólogos, paleontólogos y pintores calcaban in situ de las paredes de las rocas los dibujos originales en papel cristal translúcido (calcos) y más tarde, o en los casos en los que la orografía no lo permitía, dibujaban o recreaban las composiciones primitivas utilizando papel más rígido (láminas) como soporte. Por razones obvias su actividad se vio interrumpida en 1936, no obstante la Comisión generó esta exclusiva colección que supera los 2.000 documentos gráficos. Para contextualizarla artísticamente hay que observar la estrecha relación que algunos dibujos guardan con la producción que en aquel momento surgía al amparo de los movimientos vanguardistas de principios del siglo XX (Primitivismo, Fauvismo o Negrismo).
En archivística existen dos principios básicos de obligado cumplimiento a la hora de abordar un fondo (en este caso colección): el respeto al “principio de procedencia”, o quién genera los documentos, y al “orden establecido”, por que quien los produjo los conservó de esa manera. En el caso de la Colección CIPP el primer axioma se respeta pero el criterio de agrupación de autores y pintores de los dibujos en sus carpetas primigenias es muy difícil de rastrear ya. En cambio tenemos que agradecer a David Hernández el acierto de ordenar el material por topónimos de yacimientos, provincias y, en última instancia, comunidades autónomas. De esta manera en nuestro Catálogo de archivos CSIC podemos establecer un índice o punto de acceso normalizado partiendo del campo MARC 651 para una documentación tremendamente complicada cuyos registros en gran medida carecen de información textual.
Con la información recogida en las descripciones de las primeras fichas en papel se diseñaron los campos que configurarían los registros de las bases de datos en ACCESS de Microsoft. Corrió a cargo del archivo del Museo normalizar las bases de datos locales adaptándolas al formato MARC y la Unidad de Recursos de Información Científica para la Investigación (URICI) importó esta información al Catálogo de Archivos durante la primavera del 2014.
La mayor y mejor accesibilidad que se le puede dar a una colección es facilitar su consulta pública y gratuita vía internet, este objetivo en nuestro caso se consigue incorporándola al catálogo. Pero cuando trabajamos con material iconográfico (no textual) se espera enriquecer la descripción en el catálogo con la imagen digitalizada del documento. La Colección CIPP es difícil por su propia naturaleza (fragilidad, falta de información y de uniformidad en tamaños y texturas, dispersión de documentos…) pero sin duda abordar la digitalización es una de sus mayores dificultades. Sin entrar en detalles sólo por el hecho de ser documentos de gran formato la digitalización se encarece y además obliga a un post-proceso de ensamblado de imágenes con la consiguiente ralentización. Como solución a finales de 2014 en URICI se ha iniciado la digitalización de aquellas piezas que no superen el formato A0. En el momento en que escribimos estas notas el Portal Simurg ofrece 129 dibujos de la Colección CIPP. Además de estar contribuyendo a la difusión de esta colección, se conseguirá otro objetivo más importante: preservar el material evitando la manipulación de los originales pues para consulta y estudio dispondremos de sus copias en alta resolución.
A la Colección CIPP aún le queda camino por recorrer pero estamos en vías de ofrecer los tres objetivos archivísticos primordiales: accesibilidad, difusión y preservación.