El presupuesto

Ricardo Martínez de Madariaga. Centro de Física Teórica y Matemáticas. Biblioteca Jorge Juan (Madrid)

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Cinco años han pasado desde nuestra última intervención en esta sección de Enredadera. En este período han pasado muchas cosas, ha habido sus luces y sus sombras, dificultades de tipo laboral y administrativo, pero creo que en definitiva hemos crecido respecto de nuestro punto de partida, al menos en lo que a nuestras colecciones se refiere. Gracias al esfuerzo inversor del Instituto de Ciencias Matemáticas, contamos con una colección digital de primer nivel y se han completado las diferentes lagunas que pudieran existir en la especialidad. También el Instituto de Física Teórica ha ido adquiriendo para la biblioteca los fondos que necesitaba para apoyar sus actividades de investigación y formación. Este impulso nos ha llevado asimismo a colaborar con la Unidad de Recursos de Información Científica para la Investigación (URICI) en la adquisición de series importantes de libros electrónicos de nuestra especialidad.

También he tenido la oportunidad de explorar nuevos caminos desde el punto de vista profesional. Participar en las actividades del grupo de Madrid de la Red Documat, trabajar con fondos de libro antiguo y poner en marcha el proyecto del Archivo Julio Rey Pastor han sido experiencias enriquecedoras, beneficiosas en múltiple planos. He de decir que compaginar estas actividades con el gran volumen de trabajo de proceso técnico no ha sido tarea fácil, y que cuando priorizas siempre hay un cierto grado de “daño colateral”.

Estas experiencias me llevan a una reflexión en voz alta sobre el muchas veces tratado tema de nuestra visibilidad y puesta en valor como bibliotecas del CSIC. En nuestra biblioteca, me resulta evidente que la principal preocupación de mis investigadores ha sido la de contar con la documentación científica que necesitan para desarrollar su actividad. Los servicios, no asociados a la colección se consideran en un segundo plano y se valoran como tal. Los trabajos relacionados con nuestro fondo antiguo y en relación con el archivo se valoran en función de la visibilidad que esas actividades ofrezcan a los Institutos.

Nos encontramos en una situación en la que las bibliotecas de nuestra red, al menos la mayoría, no cuenta con un mínimo de presupuesto para adquisiciones. Eso simplemente significa que la biblioteca no puede realizar una política de compras adecuada a su instituto y por tanto fallamos en algo básico. La ausencia de ese presupuesto institucional desde hace ya bastante tiempo está poniendo a algunas de nuestras bibliotecas más vulnerables en una situación muy delicada. Algunas quizá podrán compensarlo con otro tipo de servicios, otras no podrán, dependiendo de los Institutos.

Tampoco contamos con un planificación económica definida para poder embarcarnos en proyectos que beneficiarían a Institutos y Bibliotecas. En nuestro caso, recibimos propuestas para abordar temas en los que no hay un estudio presupuestario previo, ni siquiera un pensamiento en relación con el reforzamiento de plantilla que pudiera necesitarse.

Realizar proyectos significa asumir riesgos, salir de nuestra área de confort, para realizar un trabajo que puede que nos lleve al fracaso, pero en una actividad bibliotecaria/documental en la que tu Instituto sí esté directamente interesado. Cada Instituto tendrá sus propios intereses y necesidades. No se pueden aplicar estrategias uniformes y esperar resultados ciertos. Tener la sensibilidad necesaria para proponer estos proyectos, o simplemente para implicarse en aquellos en los que la biblioteca puede realizar una aportación, va a depender de cada uno de nosotros. Pero aportar los recursos necesarios para poder abordarlos depende de nuestra Institución.

Todo este razonamiento nos lleva a un mismo punto. Va a ser muy difícil promover nuestra visibilidad si no contamos con un presupuesto propio para atender nuestras colecciones del tipo que sea. Hemos de convencer a nuestras direcciones que no siempre se puede suplir la falta de medios con mucha imaginación y que organizar una exposición, un acto conmemorativo, necesita también de soporte económico, cuando es la biblioteca la que organiza el evento. La falta de visibilidad hace que nos encontremos en una posición muy débil para competir por los escasos recursos humanos, y al final entramos en un círculo vicioso, donde todos los elementos se retroalimentan para llevarnos a una situación en la que no queremos estar.

A mi entender, podría haber una primera medida para corregir esta deriva. Las bibliotecas deberíamos recuperar las dotaciones de ayuda para la adquisición de colecciones.

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