Teletrabajo: ¿reto superado?

Enredadera, nº 35, julio 2020

Luis Dorado
luis.dorado@bib.csic.es 
Unidad de Recursos de Información Científica para la Investigación (URICI-CSIC)
Madrid


 

Esta triste etapa que nos ha tocado vivir nos ha afectado a todos en mayor o menor medida. Dejando a un lado la parte más dura, la de la salud de tantos afectados, voy a relatar mi experiencia en este período desde el punto de vista del trabajo y la convivencia familiar. 

En nuestro caso, mi mujer y yo hemos podido teletrabajar y tenemos tres niños pequeños que han ido saliendo del paso con sus respectivos tele-deberes. Como seguro que os habrá pasado a casi todos, hemos ido pasando por distintas fases anímicas. El miedo y la preocupación, la falta de relaciones sociales y la falta de ejercicio físico han sido sin duda los peores obstáculos.


Las primeras semanas fueron sin duda un reto en el CSIC, ya que hubo que configurar en tiempo record la infraestructura para que todo el personal de la URICI pudiera teletrabajar. Con ayuda de los compañeros de la Unidad logramos que todos pudieran conectar con sus equipos y con los recursos de información necesarios. Me gustaría hacer especial mención del personal de la SGAI, sobre todo del CAU y Seguridad, porque me consta que fueron días en los que mucha gente trabajó con especial dedicación, fuera de horarios y saltándose protocolos encorsetados para ayudarnos configurar todos los equipos y accesos. Muchas gracias a todos ellos.

Después de la puesta en marcha y unas primeras semanas en la que se desató una locura de videoconferencias, llegó una fase de cierta calma en la que fuimos llegando poco a poco a una cierta rutina. Nosotros establecimos un horario familiar de trabajo/colegio de 8:00 a 15:00, desayunando antes juntos y haciendo un descanso en común. Pero no ha sido nada fácil lograrlo. En general, los horarios de teletrabajo se han extendido a muchas más horas de las debidas, ya que la cantidad de trabajo acumulado sumado a las necesidades surgidas de la propia situación nos ha desbordado muchos días. También puede que inconscientemente hayamos encontrado en el trabajo una vía de escape mental a una situación difícil. 

En esa fase de relativa rutina, aproveché para reprogramar casi al completo la aplicación GesBIB, la aplicación de bibliometría y análisis de la publicación científica CSIC de la URICI. Normalmente, cuando los desarrolladores tenemos que programar aplicaciones grandes, necesitamos desconectar de casi todo durante un tiempo, meternos en “la cueva” y centrarnos al cien por cien en el desarrollo para ir colocando todas las piezas. Por total casualidad, casi coincidiendo con el inicio del estado de alarma empecé el desarrollo, por lo que la metáfora de la cueva ha sido bastante cercana a la realidad.

Ahora, coincidiendo con el retorno a la normalidad, por fin la he terminado y está lista para ser publicada pronto. La carga de trabajo se ha normalizado también y parece que volvemos a recuperar un horario normal. Y en mi familia, creo que hemos conseguido entre todos sacar adelante nuestros trabajos y el curso escolar mejor de lo que pensábamos inicialmente. Será un curso que los niños seguramente recordarán muchos años, no sabemos aún si como algo aislado o como el comienzo de un cambio más profundo en su educación.


Analizando estos meses, me doy cuenta también de que poco a poco hemos llegado en la familia a un cierto equilibrio donde cada uno ha ido encontrando su propio espacio en la casa y aprendido a respetar el de los demás de una forma bastante natural. Creo que podemos estar orgullosos de haber podido sacar adelante nuestro trabajo casi del mismo modo que lo hubiéramos hecho de manera presencial. También esta experiencia nos ha permitido pasar mucho más tiempo en familia, parar a pensar y valorar las cosas realmente importantes.

Como experiencia tecnológica, creo que todos en general salimos muy reforzados: pocos tendrán a estas alturas problemas para realizar una videoconferencia, compartir documentos, coordinar agendas, etc. Y los niños, aunque algo enganchados a la tecnología, salen de esta etapa mucho más autónomos: manejan todo tipo de dispositivos, mandan emails, mantienen una agenda, imprimen, etc. Además, las infraestructuras han demostrado estar maduras para afrontar cambios como este. No solo las redes de telefonía y datos, también los sistemas de acceso remoto a los lugares de trabajo, escritorios virtuales, redes, seguridad, etc.

Pero nos queda por resolver la gran duda, ¿será este avance tecnológico algo pasajero o se aprovechará realmente el esfuerzo de estos meses para estabilizar y regular el teletrabajo? ¿Tiene sentido que todos los días tanta gente se desplace a las mismas horas en las grandes ciudades para realizar un trabajo que se ha demostrado que es posible realizar desde casa? Yo espero que al menos en la administración pública demos ejemplo y se comience a ver con otros ojos esta opción y que, sin obligar a nadie, se tenga en cuenta como una alternativa igual de efectiva que la presencial. Al menos a las familias con hijos pequeños o con algún familiar dependiente se les daría una alternativa real para conseguir la tan nombrada (y poco entendida) conciliación familiar.

 
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